El uso excesivo de antibióticos como las cefalosporinas acelera el desarrollo de resistencia a determinados antibióticos. La razón es simple: el contacto continuado de las cepas de microbios a un agente bactericida como es un antibiótico establece unas condiciones tales que, si un solo individuo muta y se hace inmune a su efecto, no encontrará competencia, dado que el resto de microorganismos han desaparecido y se generan todas las futuras poblaciones a partir del resistente, que transmitirá su condición de "superbacteria" a sus descendientes. Un estudio alemán demuestra ahora las negativas consecuencias del persistente abuso de antibióticos y de la cría masiva e industrial de animales que provoca resistencias bacteriológicas en detrimento de la salud de los consumidores.
La Administración de Drogas y Alimentos (FDA) de EEUU está alarmada por la creciente amenaza de los microorganismos resistentes, por lo que ha limitado el uso de ciertos antibióticos en el ganado, los cerdos y las aves de corral. Según algunas fuentes, hasta el 80% de los antibióticos utilizados en Estados Unidos se suministran a animales de cría sanos. La nueva prohibición, que entraría en vigor en abril de 2012 y que se aplicaría al ganado, los cerdos, los pollos y los pavos, tiene entre sus objetivos reducir el riesgo de resistencia a la cefalosporina y limitar su uso. Según avalan los expertos de este país, esta medida ayudará a prevenir el desarrollo de resistencia bacteriana a esta clase de medicamentos. Las cefalosporinas son una clase de antibióticos muy utilizados y vitales en el tratamiento de una gran variedad de infecciones en humanos. Su uso generalizado en los animales de cría se lleva a cabo con el fin de prevenir ciertas infecciones que pueden a su vez retrasar el crecimiento de los animales ya que combatirlas les cuesta energía, por lo que se utilizan como aditivos de crecimiento. Sin embargo, el uso de estos antibióticos también lleva al surgimiento de cepas de bacterias resistentes a los antibióticos. Por tanto, y según estos especialistas estadounidenses, la decisión de la FDA es muy sabia, y ayudará a prevenir la aparición de resistencia bacteriana y así asegurará que esta clase de antibióticos sea eficaz para el tratamiento de infecciones en humanos.

El objeto sería reducir los riesgos derivados de la cría intensiva de aves y de la posible utilización de medicamentos como antibióticos y minimizar su uso. Según la organización ecologista que ha realizado el estudio, en Alemania se emplearían alrededor de 785 toneladas de antibióticos al año en la ganadería y la cría de animales de granja. El Ministerio de Agricultura alemán propone presentar esta semana un proyecto para modificar la ley que regula el uso de medicamentos con el objeto de que los estados federados tengan mejores posibilidades de controlar la utilización de antibióticos.
Las bacterias resistentes encontradas en las muestras de carne de pollo, llamadas coloquialmente "superbacterias" por su naturaleza invulnerable, fueron E.coli productoras de enzimas ESBL (Extended Spectrum Beta-Lactamase) capaces de romper las moléculas de ciertos antibióticos como cefalosporinas y penicilinas desactivándolos, y Staphylococcus aureus resistentes a la meticilina MRSA (Methicillin resistente S.aureus). Dos bacterias que podrían desarrollar una infección en humanos y constituir un elevado riesgo sanitario para el potencial consumidor. De ser transmitidas a las personas, su condición de resistentes a determinados antibióticos dificultaría su tratamiento y eliminación y se harían peligrosas en grupos de riesgo como niños, ancianos o enfermos crónicos.
Hay que tener en cuenta que la carne de pollo se consume cocinada bajo intenso calor que aseguraría su higienización, es decir, la eliminación del alimento de estas superbacterias, resistentes a los antibióticos pero no al calor extremo. De ahí la importancia de cocinar a fondo el producto y garantizar temperaturas de seguridad en su interior. El riesgo real estaría en una presunta contaminación cruzada con otros alimentos de consumo en crudo, bien mediante contacto directo o a través de las propias manos del manipulador o de las herramientas de cocina tales como cuchillos, tablas de cortar e incluso trapos.