Con la llegada del buen tiempo y las elevadas temperaturas, la proliferación de bacterias es mucho más frecuente que durante el invierno. Una de las bacterias más destacadas en esta época es la Listeria, con capacidad de crecer aunque esté en refrigeración. Según la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA), esta bacteria puede suponer un peligro para el consumidor si no se lleva a cabo una correcta higiene y manipulación. Someter a bajas temperaturas alimentos contaminados por esta bacteria no impide que se multiplique en la comida y, por tanto, puede causar una infección alimentaria al consumidor porque, a diferencia de la gran mayoría de bacterias,Listeria continúa multiplicándose a bajas temperaturas.
La listeria causa la enfermedad llamada listeriosis, que puede suponer un grave peligro sobre todo en personas mayores, niños, mujeres embarazadas e individuos con un sistema inmunitario debilitado. Es una bacteria presente en un gran número de alimentos. Los más frecuentes a la contaminación son la leche cruda, quesos blandos, carne cruda o mal cocinada, verduras crudas y embutidos. Se recomienda a las personas con más riesgo que calienten la comida hasta que humee y evitar, en la medida de lo posible, el consumo de leche no pasteurizada y de los quesos blandos. Las frutas y las verduras también pueden suponer un riesgo para el consumidor. Según la FDA, se ha relacionado la listeriosis con el consumo de melones contaminados. Se recomienda, por tanto, un lavado exhaustivo de todas las frutas y verduras bajo el chorro de agua corriente junto antes de su consumo o de su preparación.
Nunca está de más recordar las bases más importantes para evitar la aparición de Listeria o, en su defecto, para minimizar sus consecuencias en los alimentos. Según la FDA, estas son algunas de las recomendaciones que deben llevarse a cabo: